MALDAD HUMANAÉrase una vez una chica llamada Naroa, rubia de ojos verdes, una chica preciosa de 21 años. Estaba en tercero de carrera, estudiando veterinaria porque obviamente amaba los animales con locura, de hecho llevaba algún que otro animal tatuado por el cuerpo. Era una de esas chicas que aunque sea bajita de estatura y de piernas no muy largas, le encantaba hacer deporte e ir a pasear con su perra al monte. A principios de junio, el día que se celebra el día de Pagoeta, decidió ir a ese monte salvaje, con muchos bosques, y de poca altura acompañada por su perra Baiss. Era de raza Pastor Suizo, como un Pastor Alemán pero en blanco, con los ojos grandes y negros como los botones, sus orejas tiesas, su cola inquieta y su hocico negro con una mancha rosa en el centro. Cuando estaban llegando a la cima del monte, escucharon unos sollozos muy débiles, que parecían ser de un perro sufriendo. Baiss también los escuchó y empezó a seguir el rastro del perro, que de repente calló de golpe. Naroa se alertó ya que no era buena señal. La perra empezó a correr como loca hasta llegar a un árbol del que colgaba un galgo atado por una cuerda marrón y gruesa. A simple vista se veía que había sido bien tratado, parecía estar prácticamente desnutrido, tenía signos de violencia y le faltaba un ojo, el izquierdo. Estaba colgado de ese árbol totalmente inconsciente pero seguía teniendo pulso, se lo había tomado Naroa. Cogió el perro en brazos y salió por otra parte del bosque pensando que sería un camino más corto. Iban por un bosque repleto de árboles muy altos, la mayoría de ellos eran pinos. LLevaban media hora andando y todo les parecía igual, pinos por un lado y pinos por el otro. ¿Humanos?¡Lo que son esta clase de personas, son bestias! pensaba Naroa para sí mientras buscaba el camino al azar. Aunque estuviese pensando en el caso de este pobre galgo, también pensaba en su estado y se apuraba, ya que cada minuto que pasaba estaba más cerca su último suspiro. Por fín vio al fondo un caminito estrecho donde los árboles estaba cortados para facilitar la vista. Llegaron a una vía libre sin árboles, y lo mejor de todo, por la que pasaba gente. Le llamó la atención un señor de unos 75 años que subía el monte con una facilidad increíble. Entre tanta gente también le llamó la atención una mujer embarazada, de pelo rizado y corto, y que hablaba por teléfono. “Mi única oportunidad”-pensó. Le pidió el teléfono a la mujer, apresurada, y cuando ella vio al perro se lo cedió sin dudar. Llamó al veterinario para informarle. “Baja lo más rápido posible hasta Urdaneta, te esperaré allí con mi furgoneta azul” El veterinario se llamaba Alex, era muy guapo, rubio con ojos azules, bastante alto y con un acento vasco marcadísimo. Ya en la clínica, le hizo placas, radiografías y todo tipo de revisiones. Y le dijo que ya tenía cierta edad pero que todavía podría vivir un par de años más. Sonrío. “Tiene un chip con todos los datos del dueño”-dijo. Enseguida fueron a denunciarlo a la policía, y resultó ser un tal Jon Ander, conocido como el Jonan. Tenía varias denuncias por violencia de género, narcotráfico, robos y demás. Aquello fue la gota que colmó el vaso. Fue detenido, metido en la cárcel, multado, y no fue condenado a muerte porque no era legal. Naroa orgullosa de ella, por haber encontrado al perro y haber colaborado a atrapar a Jon Ander, acogió al galgo en casa junto a Baiss, y lo llamó Thor.Pero desgraciadamente, Thor falleció año y medio más tarde por una infección de estómago. Aún así, Naroa estaba feliz por haberle salvado la vida y haberle dado una infinitamente mejor. Había hecho todo lo posible y todo salió perfecto. Ahora ella descansa en paz, por querer salvar la vida de Baiss en las vías del tren.
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MI ABUELA
Mi abuela se llama Conchi, nació el 13 de febrero de 1946. Por lo tanto, tiene 70 años. Nació en un pueblo de Gipuzkoa llamado Ibarra, y no tenía ninguna hermana. En el año 1967 se casó con Luis Mari, mi abuelo. El año siguiente, es decir 1968, tuvieron a la primera hija, Ana mi madre. Después de año y medio, nació otra hija y los próximos años tuvieron un chico y otra chica. En 1981 se mudaron a Zarautz, el pueblo donde residen todavía. El año 1997 fue abuela por primera vez, la hija la tuvo Ana mi madre, y la llamó Maialen. Después de la primera nieta, le vinieron 7 más. Ella siempre ha estado encantada de cuidarnos a todos, de hecho hoy en día vive con dos de sus nietos, su hija y su yerno. Una de sus hijas, Totxi, vive en Burgos y tiene 3 hijos. Mi abuela trabajó de secretaria en una papelera, en el año 1964, más o menos. Tenía 18 años cuando empezó a trabajar, y estuvo mucho tiempo trabajando en ello. Más tarde, la pasaron a una oficina, hasta que se jubiló. Las navidades del 2013 fueron muy complicadas para toda la familia. Porque desgraciadamente mi abuelo Luis Mari falleció de un infarto fulminante. Estaba enfermo del corazón y tenía un desfibrilador. A partir de entonces, empezaron a venir más problemas. Pero poco a poco se han ido solucionando. Hoy en día, mi abuela vive totalmente feliz. A pesar de todos los problemas que ha tenido, ha sido muy fuerte y los ha ido superando uno por uno hasta terminar con todos. Este año, en 2016, empezó a estudiar francés. Decía que de joven sabía y le gustaría recuperarlo, pero no estuvo mucho tiempo aprendiendo. Después, decía que tenía un vasco distinto al nuestro, y que su vasco es de Tolosa. Ella quería comunicarse con nosotras hablando en vasco, pero le costaba. Por eso, se apuntó a un euskaltegi en Zarautz. Va a clases los martes y jueves. Ahora está estudiando la mitología vasca y el mito que más le gusta de todos es el de tartalo. |
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